Según el BCE, los alemanes no se han aprovechado de la crisis e incluso son más pobres que los demás europeos. En opinión del diario Frankfurter Allgemeine Zeitung, constituye la prueba de que no tienen que pagar los errores de los demás y de que además deben aprender a repartir mejor sus riquezas.
La clasificación del Banco Central Europeo (BCE) podría tener un efecto explosivo. Por primera vez, los europeos cuentan con datos oficiales, representativos y comparables para medir su riqueza. Con un patrimonio medio por hogar de poco más de 51.000 euros, los alemanes son más pobres que los eslovacos, poseen la mitad que los griegos (102.000 euros) y se encuentran prácticamente en la miseria con respecto a los luxemburgueses (398.000 euros) o los chipriotas (267.000 euros).
Si bien esta clasificación resulta sorprendente, no tiene nada de escandalosa, porque refleja una realidad que muchos medios de comunicación y responsables políticos, por una razón o por otra, se niegan a reconocer. En cambio, lo que sí es escandaloso es que el BCE haya mantenido este estudio en secreto hasta el plan de “rescate” chipriota. Este gesto demuestra hasta qué punto la institución bancaria actúa como una parte política en la crisis del euro.
Esta clasificación se contradice con la imagen política tan mencionada de una Alemania que nada en la abundancia. En Bruselas, no se deja de señalar a Alemania por haber empujado a los países mediterráneos a la fiebre del consumo y del endeudamiento excesivo con sus exportaciones. Esta afirmación tiene tanto de cierta como la idea de que la moneda única ha beneficiado a Alemania más que a cualquier otro país europeo.
Porque en realidad, lo que ha sucedido es lo contrario: tras la introducción del euro, Alemania retrocedió varios puestos en términos de crecimiento y de ingresos por habitante. Lo que sí es cierto es que a los países acostumbrados a una moneda débil y a los que les ofrecieron el euro y sus tipos de interés reducidos, no se les ocurrió otra idea mejor que amontonar deudas.

Desplumados por su sistema fiscal

Los responsables políticos alemanes tampoco quieren admitirlo. Abogan por una perecuación financiera en la eurozona y piden más solidaridad con la creación de eurobonos. Desplumados por sus propios sistemas fiscales, los alemanes, los franceses, los neerlandeses, los austríacos y los finlandeses deberían pagar las deudas públicas de Estados no solidarios, aunque no sean más ricos que los italianos, los españoles, los belgas, los malteses o los chipriotas.
Pero como eso no sería justo, el proyecto de los eurobonos debería pudrirse un poco más en un cajón de Bruselas. No obstante, no hay nada seguro. La clasificación del BCE se está examinando minuciosamente. Parece que las cifras no serían comparables, porque algunos valores inmobiliarios no datarían de 2010, sino de 2008. Aunque sólo es así en el caso de España. El tamaño de los hogares sería también una variante importante. Salvo que en este caso, tampoco concuerda: con poco más de dos personas [por hogar], Alemania se sitúa justo por debajo de la media europea (2,32).
Algunos creen que los alemanes son ricos porque disfrutan de generosas pensiones de jubilación. Esto sí que es interesante. ¿Desde cuándo forman parte del patrimonio los mecanismos de redistribución social? Puede que los jubilados alemanes tengan derecho a percibir pensiones, pero ese dinero se extrae de los ingresos de la siguiente generación. Eso no tiene nada que ver con la noción de patrimonio constituido por un seguro de vida y una cuenta de ahorro. En esta noción se centran las comparaciones a nivel europeo, al igual que se resta al valor de una casa todas las deudas, los vehículos, las obras de arte y otros gastos asociados.
Es posible que esta clasificación abra también los ojos a algunos alemanes que quieren “salvar” a toda costa a los países mediterráneos imponiendo la igualdad de riqueza. La realidad es que Alemania es el país en el que las desigualdades son más notables, como demuestra la diferencia considerable entre el promedio del patrimonio y el patrimonio medio. Entonces ¿por qué?

No adquieren propiedades inmobiliarias

De este estudio se desprende que el patrimonio del hogar alemán medio es el más bajo de la eurozona, lo que es también consecuencia de dos guerras mundiales y del coste de la reunificación. Los europeos más ricos son los que viven en pequeños países dotados de sistemas bancarios sobredimensionados, como Luxemburgo, Chipre o Malta. En estos países, lo que ha sobrevivido a la guerra constituye hoy una herencia importante como en Bélgica, España, Italia, Francia y Países Bajos.
Cabe destacar que desde la caída del Telón de Acero, incluso los hogares de Eslovenia o de Eslovaquia han logrado aumentar más su patrimonio que los alemanes. La clave de este enigma se encuentra en uno de los principales puntos débiles del modelo alemán. En la antigua RDA, resultaba más fácil acceder a una propiedad por el bajo precio que había que pagar por comprar una casa al Estado. El resultado es que entre el 82% y el 90% de los hogares de estas regiones son propietarios, mientras que la media nacional se encuentra en alrededor del 44%.
Por otra parte, la mayoría de alemanes siguen prefiriendo meter el dinero en el banco a cambio de una baja remuneración, una costumbre que les cuesta más de lo que les aporta, ya que la inflación es superior al tipo de interés. Sería mucho más conveniente adquirir un bien inmobiliario. Con un poco de voluntad y de disciplina, un gran número de propietarios podrían así constituir un patrimonio a largo plazo. Alemania debe aprender a repartir mejor sus propias riquezas.