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sábado, 29 de enero de 2011

Dirección sobre discurso de steve jobs en la universidad de stanford:

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México nunca previó envejecer
Sin una política pública para enfrentar el fenómeno poblacional, el país ya resiente problemas en la seguridad social

Domingo 08 de agosto de 2010 Linaloe R. Flores | El Universal


El futuro puede ser una noche blanca. México no tiene lista la política pública para enfrentar el envejecimiento demográfico, el fenómeno a través del cual 34 millones de mexicanos —los que ahora tienen de 20 a 50 años y que están en edad productiva— se convertirán en adultos mayores antes de 2050.

Esta vejez próxima fue identificada por el Consejo Nacional de Población (Conapo) en 2000, cuando la mortalidad y fecundidad llegaron a niveles mínimos, resultado de las reformas de 1974 a la Ley General de Población. Abatido el crecimiento demográfico, la nación comenzó envejecer.

Una década después de la advertencia, durante la cual han gobernado las administraciones de la alternancia partidista, los cimientos de la política pública para darle la cara al envejecimiento, son endebles. Lo admitieron los representantes de las dos únicas instancias que en el presente trabajan por los ancianos.

Alejandro Orozco Rubio, director del Instituto Nacional de las Personas Adultas Mayores (Inapam) afirmó que por lo menos pasarán otros 10 años para que el gobierno despliegue con claridad un plan de acción.

Luis Miguel Gutiérrez Robledo, director del Instituto Nacional de Geriatría, formado por decreto presidencial en julio de 2008, expresó: “En la actualidad, no hay una política de Estado en torno al tema del envejecimiento”, aunque describe que “hay un movimiento que avanza para definirla en el mediano plazo”.

En conjunto, los recursos de las instituciones rectoras de la ancianidad no alcanzan 1% del Presupuesto de Egresos de la Federación: Inapam ejerce 260.8 millones de pesos y el Instituto de Geriatría, 26.8 millones. El gasto aprobado para el Inapam descendió en 2010 en 94 millones. Por su parte, el Instituto de Geriatría aún carece de edificio propio y su equipo de 60 personas despacha desde el Instituto de Cancerología.

Los achaques ya empezaron

La escena de la vejez es intrincada. Está manchada por la falta de recursos económicos. Un 44.5% de las personas de la tercera edad vive en la pobreza y 12% en la miseria, aseguró el secretario general del Conapo, Félix Vélez, durante el Primer Informe de Ejecución del Programa Nacional de Población 2008- 2012. El director del Inapam reconoció que 72 mil ancianos necesitan trabajar y no encuentran en dónde.

Los viejos mexicanos no tienen ley. Aprobada por el Legislativo en 2002 y reformada en 2005, la Ley de los Derechos de las Personas Mayores carece de reglamento, de modo que no se ejerce. Orozco Rubio expuso: “Los adultos mayores todavía no saben que tienen derechos como adultos mayores. Nos hemos dado a la tarea de hacer el reglamento de una ley que tiene casi ocho años”.

Para Diego Palacios Jaramillo, representante del Fondo de Población de las Naciones Unidas en México (UNFPA, por sus siglas en inglés), las razones de este presente se deben al desaprovechamiento del bono demográfico (más adultos jóvenes en edad productiva), “el bono es lo único que nos asegura que cuando se llega a adulto mayor haya condiciones de vida favorables”.

Incluso, el experto de la ONU resalta que en las poblaciones es posible capitalizar otro bono. “Depende de haber logrado capitalizar el primero. Tiene que ver con haber acumulado recursos que posteriormente se vuelven a reflejar. Es el apoyo de adultos mayores a las familias. Por ejemplo, la abuelita que le paga a la nieta sus estudios universitarios. Pero en México, este segundo bono aún es muy bajo”. Palacios Jaramillo reconoce a Cuba y Brasil como modelos en el aprovechamiento del bono demográfico en relación con los ancianos.

En México, vejez o envejecimiento son términos lejanos. Cuatro de cada 10 ciudadanos de entre 18 y 50 años no han pensado en cómo será su vida cuando crucen este umbral, según una encuesta realizada en mayo de 2010 por María de las Heras. Un 54% de los encuestados dijo que no cuenta con ningún tipo de previsión económica ni fondo de ahorros ni de pensiones.

Y es justo en la cultura donde el investigador Roberto Ham Cham, del Colegio de la Frontera Norte (Colef), indica que debe orientarse la política. “Los planes de acción deben prever que las personas interioricen que van a llegar a viejos y tendrán roles distintos. Porque no es llegar, sino cómo llegar”.

La soledad se anuncia. La foto de 2050 ya no es un árbol genealógico, sino larguísimas ramas con pocos miembros. Dado el descenso de la fecundidad de siete hijos en 1930 a 2.05 en 2010, los expertos prevén que los ancianos de 2050 ya no tendrán una red familiar.

En las consecuencias inmediatas no habrá descendientes que los cuiden o acompañen como ha ocurrido en el país en forma tradicional. “Los viejos serán muchos y los nietos pocos”, resume Ham. Pero es difícil imaginar la escena de la vejez sin vínculos parentales. Porque hasta hoy, la familia es la que compensa la vulnerabilidad de los viejos.

¿Qué hacen hoy los adultos mayores que no tienen cobertura social?, se pregunta Palacios. “O continúan trabajando informalmente y con baja paga, con problemas de protección o reciben ayuda de sus familias. Entonces, terminamos en una relación en que las familias realmente son las que están manteniendo”.

El director del Inapam, exclama: “La familia sigue siendo la única posibilidad real de solución”.

Asumida la circunstancia de la soledad, ¿qué resultará mejor? ¿Envejecer en casa o en una institución? En el presente existen unas 600 residencias para ancianos dispersas en la República que operan sin reglamento ni registro único. En la mirada prospectiva, Verónica Montes de Oca, del Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM, estima que una estructura de instituciones para ancianos en el futuro supone un trabajo básico, desde la ley. Y en la construcción del escenario de 2050, descarta una red de este tipo. “El Estado no será capaz de poner miles de asilos. Y no es lo mejor en términos sicológicos”, dice.

Los ancianos de la mitad del siglo XXI tendrán un abanico abierto a la vulnerabilidad. Cobertura en pensiones y salud es donde los focos rojos están encendidos. Un estudio base, elaborado por expertos en el sistema de pensiones, arroja que sólo 41% de la Población Económicamente Activa cuenta con un plan para pensionarse. “Es una cifra que han venido cayendo. Si la proyectamos a futuro y no hay nuevas formas de incorporación de los que están en la precariedad, llegaremos con un bajo porcentaje para acceder a una pensión”, advierte Ramírez López, del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM y participante del estudio.

Con el aumento de la esperanza de vida, el ideal de llegar a viejo en buenas condiciones es un objetivo que se diluye en la imaginación. Sin recursos, los ancianos no podrán atender con suficiencia sus padecimientos. Diabetes y enfermedades cardiovasculares son los invitados de piedra a ese 2050.

Según Paloma Villagómez, directora de Estudios Sociodemográficos del Conapo, “México está en una etapa avanzada en la transición epidemiológica (que va a la par con el envejecimiento)”. Explicó que el país ha pasado de un perfil de padecimientos infecciosos o parasitarios evitables a bajo costo a otro que requiere un nivel de solución mayor. Por ejemplo, los adultos jóvenes de hoy presentan cuadros de obesidad y, en consecuencia, de diabetes e hipertensión. “¿Cómo podemos esperar que lleguen a ser adultos mayores? Seguramente van a llegar, porque la tecnología de salud les va a permitir vivir hasta esas edades, pero ¿Con qué calidad de vida?

Ham, investigador del Colef, expuso que en promedio, una pensión es de menos de tres salarios mínimos y el costo de una enfermedad crónica de más de tres. Al tomar en cuenta que el número de ancianos será tres veces mayor en 2050 que ahora, su pronóstico es crucial: “En 2050 simplemente seremos viejos mal atendidos por falta de recursos”.

La cobertura actual de la salud no abraza a todos. Un 15% de la población, 16 millones de mexicanos, carece de un esquema de protección, según el reporte Evolución del Gasto en Salud, elaborado por el Centro de Estudios de las Finanzas Públicas de la Cámara de Diputados. Es decir, la cifra representa la mitad de los que llegarán a ancianos antes de 2050. El pastel se fracciona así: de los 106.2 millones de mexicanos, 63 son derechohabientes de alguna institución de seguridad social y 27.2 están afiliados al Seguro Popular. El resto no tiene nada.

El panorama se ve más sombrío para las mujeres. Por razones biológicas —viven más— serán las predominantes entre los adultos mayores de 2050. Presencia intermitente en el mercado del trabajo debido a la maternidad, es un elemento de peso para estimar que tendrán menos aportaciones en el sistema de seguridad social que los hombres, expone la investigadora Montes de Oca. Si su esperanza de vida es mayor, también sus padecimientos serán más largos y costosos.

El documento base de los expertos en pensiones arroja que sólo 18% del grupo de los mayores de 65 años que recibe pensión hoy en día lo integran mujeres. “Ante esta realidad, el sistema de seguridad social nacional tiene que ser reformado en la perspectiva de aumentar la cobertura. Los objetivos serían la universalidad y la equidad, principalmente la de género”, señala el documento.

La migración nos hará viejos

Al hacer un mapa del envejecimiento, la experta del Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM se inclina por la división entre la zona rural y la urbana. Según su pronóstico, las regiones campesinas se harán viejas con más celeridad por un motivo de peso: la migración.

En los 70, los jóvenes en edad productiva se fueron a las ciudades; sobre todo a la de México. Después, la partida fue hacia a Estados Unidos. En el abanico de razones sobresalen la búsqueda de trabajo y escapar de la violencia. El hecho es que quienes se quedaron en las zonas rurales fueron los viejos o los que estaban en esa transición de edad.

Y aquí se encuentra uno de los desafíos para la política pública. Lo destaca el representante del Fondo de Población de las Naciones Unidas en México. “En la ciudad es mucho más fácil generar respuestas a este proceso de envejecimiento. En una población pequeña es muy difícil que la economía de escala genere un servicio con todos los profesionales requeridos. En las zonas rurales dispersas hay un gran reto, porque no se pueden generar proyectos dado que serían muy costosos”.

Las voces coinciden: es el empleo lo que detonará el buen envejecer. Hoy, la PEA crece al ritmo de un millón 200 mil personas al año y sólo se crean 300 mil empleos, según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía. Están también las ocupaciones informales que no generan antigüedad en seguridad social.

La especialista de la UNAM sobre el sistema de pensiones piensa que si ahora prevalece el empleo por obra determinada, sin prestaciones, en los futuros 40 años, marcados por el calendario del envejecimiento, no habrá cobertura de seguridad social para la mayoría.

Una ecuación que puede revertirse si en este momento se privilegia el empleo protegido, dijo la experta.

Palacios Jaramillo ve el presente como un fotógrafo a través del angular: “Hay que actuar ahora si se quiere aminorar el desgaste que anuncia el futuro. Tenemos que asegurar para los jóvenes de hoy empleo decente (para) que puedan aportar para la jubilación y el retiro”. En este punto, el tema del envejecimiento toca a las empresas. Según el funcionario de la ONU, “la empresa privada debe ocuparse de sus trabajadores. Cubrirlos con suficiente protección social. De eso depende que las generaciones de los que están en edad de trabajar en los próximos 40 años sean adultos en bienestar”.

El país ya está envejeciendo. Ya no hay marcha atrás. Si ahora los ancianos representan 8% de la población, dentro de cuatro décadas esa proporción será de 27.7, según las proyecciones del Conapo. Es un proceso con una celeridad única en el mundo. Uruguay, el país más envejecido en América Latina, tiene 50 personas mayores de 65 años por cada 100 menores de 15 años. México tiene sólo 15, pero en 2050, ese número será de 120. A Francia le tomó 250 años alcanzar 16% de población adulta mayor, lo que a México le llevará 40. La proyección es que en 2050 habrá un anciano por cada cuatro habitantes.
Publicado por TAREASMICROECONOMIA