Los pasivos para el pago de pensiones de trabajadores del gobierno representan 104% del PIB, que representa 20 veces el Fobaproa y 3 veces la deuda pública del país. Lo peor: este déficit crece 5 veces más rápido que la economía del país. Hay varias bombas a punto de explotar.
Margarita Jasso
No es de hoy, ni de un año anterior. El problema de los sistemas de pensiones en México lleva décadas de gestación. A través del tiempo, se construyeron los detonantes que ahora forman una bomba de tiempo y ponen en riesgo la estabilidad económica del país.
En manos del nuevo gobierno está desactivar esa bomba, que no sólo presiona el gasto público destinado a pagar pensiones, sino que eleva también el costo de los pasivos laborales que hasta hoy representan 104% del Producto Interno Bruto (PIB) del país, es decir, el triple de la deuda pública federal o 20 veces de la deuda creada con el Fobaproa.
El primer paso para detener esta bomba es desarmar pieza por pieza el problema que todavía está en expansión. Así empieza la historia de un campo minado llamado sistema de pensiones, que integra bombas de tiempo conocidos como pensionados y un final que aún es incierto.
“Los astros se alinearon para gestar un problema mayúsculo”, explica Juan Carlos Pelayo, director general adjunto de Allianz Fóndika.
Campo minado
Un trabajador del gobierno puede jubilarse a los 65 años. A partir de ese momento, gozará de una pensión hasta el día en que muera. Ese dinero se compone de un ahorro que la persona recolecta durante su vida laboral, una aportación de su patrón y otra del gobierno.
Cada institución descentralizada de gobierno, empresa paraestatal, estados y municipios tienen su propio sistema de pensiones. En total, existen 105 sistemas, que albergan a 4.1 millones de pensionados. Cada año, esta cifra aumenta y, con ella, también el gasto para mantenerlos.
En 2012, el gobierno federal destinó 395,974.3 millones de pesos para el pago de pensiones y jubilaciones, cifra superior a la destinada en 2005, de 175,000 millones de pesos, de acuerdo con datos de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP).
El aumento en el gasto de las finanzas públicas ha creado una situación de insolvencia, que se convierte en una bomba de tiempo para la estabilidad del país, reconoce Pedro Vázquez Colmenares, subdirector de Prestaciones Económicas del Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (ISSSTE).
“México enfrenta un campo minado, de más de 100 sistemas de pensiones, cuya insolvencia va de muy serio a muy grave”, dice.
Detonantes
El gasto público en pensiones cada vez es mayor, aunque ésta no es la única razón de la crisis en los sistemas de pensiones. Para que una bomba explote, necesita de diferentes detonantes que darán la mezcla perfecta para provocar el estallido:
1. Químico fuerte. La edad en los jubilados es este ingrediente. Hace 50 años se crearon los sistemas de pensiones. La edad que las autoridades fijaron para que un trabajador pudiera retirarse fue 65 años. Pasó el tiempo, pero nunca se modificó esta edad. Lo que sí cambió fueron los avances médicos que provocaron un aumento en la esperanza de vida de los mexicanos. Antes la gente moría en promedio a los 60 años, ahora viven hasta los 73 años, en el caso de los hombres y 77 años en el caso de las mujeres, según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI). Este aumento alarga el tiempo que se le va a pagar la pensión a un jubilado.
2. Material inflamable. Las altas prestaciones representan este elemento. Dentro de los 105 sistemas de pensiones públicos, se encuentran las instituciones de seguridad social y las paraestatales. Todas ellas padecen del mismo mal: sus trabajadores gozan de altas prestaciones que perduran al momento de su retiro. Hace 50 años, las autoridades creyeron en que las pensiones de los jubilados se mantendrían con las aportaciones de los trabajadores activos, pero las cosas se modificaron. En algunos casos, los trabajadores de nómina son menos que los que ya se retiraron, lo que impide tener un ahorro que pague a los jubilados.
3. Envase. Todos los ingredientes deben de ir en un envase para que se concentren los químicos y puedan hacer explosión. En este caso los pasivos laborales serán la cuna donde prevalezcan los detonantes. En México, los pasivos laborales para el pago de pensiones representan 104% del PIB, según el Instituto Mexicano para la Competitividad (Imco), esto es 20 veces los pasivos que se crearon con el Fondo Bancario de Protección al Ahorro (Fobaproa) en 1995 y 3 veces la deuda pública del país que asciende a 31% del PIB. La tasa de crecimiento del pasivo laboral de pensiones crece a una tasa anual de 16%, según Vázquez Colmenares, lo que significa que este indicador crece 5 veces más rápido que la economía de México.
4. La mecha de la bomba. La mecha en los sistemas de pensiones es el poco ahorro. En México la aportación total de ahorro para los sistemas de pensiones es en promedio de 12%, pero en otros países, como Reino Unido, esta cifra rebasa el 20%, según
datos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE). El poco ahorro de los trabajadores al sistema de pensiones provoca menores ingresos para hacerle frente al pago de los jubilados.
5. El fuego. El calor de este ingrediente enciende de manera inminente al explosivo. Este elemento en los sistemas de pensiones lo representa el acelerado crecimiento en el número de jubilados. Tan sólo de 2006 a la fecha, el número de jubilados de las paraestatales pasó de 350,418 a 441,952, según cifras oficiales.
El agua que pudiera apagar este fuego es la recaudación de impuestos. Si la gente paga más impuestos, el gobierno tendrá más dinero para pagar las pensiones a los jubilados. Pero esto aún no es una realidad.
México, en promedio, recauda 12% con respecto a su PIB, mientras que los países de América Latina llegan en promedio a 13.6%, según datos de la OCDE.
Todos estos detonantes forman la bomba perfecta: tener un gasto público creciente con cada trabajador que se jubila. El estallido se escuchará cuando no haya ingresos suficientes para financiar las pensiones, dice Luis Foncerrada Pascal, director general del Centro de Estudios Económicos del Sector Privado (CESSP).
“Esto se convierte en una bomba que no va a explotar en el futuro, sino que ya son diferentes bombas que están explotando todos los días cuando alguien más se jubila”, alerta.
Pasivos que matan
Los ingredientes de una bomba son los mismos, sin embargo cada sistema de pensiones tiene un material inflamable diferente que los hace acercarse al estallido final. Algunos de los casos más representativos son los institutos de seguridad social como el IMSS y el ISSSTE, así como las paraestatales.
• IMSS: En los últimos 12 años, el pasivo laboral del IMSS creció 12.6% anual, al pasar de 344,000 millones de pesos a finales de 1999 a 1.42 billones en 2011, la cifra más alta registrada en la historia del organismo. Los pasivos en aumento provocarán que, en 2013, el IMSS no cuente con el dinero suficiente para pagar a 200,000 jubilados, lo que pondrá en riesgo la estabilidad política y social del país, dice Vázquez Colmenares. La principal causa de su endeudamiento: sus trabajadores se jubilan con 100% de su último salario.
Según datos del organismo, el monto mensual promedio de pensión actual es de 14,264 pesos, cuando en 1980 era de 7,598 pesos.
• ISSSTE: Nace en 1960. Al paso del tiempo, las autoridades se dieron cuenta de que las personas morían a una edad más avanzada. Esto promovió una reforma a la Ley del ISSSTE en 2007. Ahí se detalla que la edad mínima de jubilación para mujeres es de 48 años y para hombres de 50, números que aumentarán cada dos años de manera gradual para llegar en 2028 a 60 años para los hombres, y 58 para las mujeres. A pesar de este esfuerzo, aún prevalece un problema: gracias a su sindicato, los trabajadores gozan de numerosas prestaciones que han crecido en los últimos años. Al inicio de la historia del instituto, los trabajadores tenían 14 prestaciones, ahora tienen 21 que prevalecen aún cuando se jubilen. No sólo fue eso lo que incrementó su deuda; también está el hecho de que tiene más trabajadores jubilados que en nómina, lo que se traduce en más gasto de pensiones que salarios de trabajadores activos. Durante el periodo de 2008 a 2010, se pagaron 231,772 millones de pesos en pensiones, es decir 3.7 veces la nómina. Todo ello provocó que los pasivos laborales de este organismo sumaran 401, 647 millones de pesos al cierre de 2011.
• Luz y Fuerza del Centro: Las autoridades decidieron desaparecer esta paraestatal en 2009 debido a los altos costos en los beneficios que tenían sus trabajadores, lo que causó grandes pasivos laborales. En 2008, los costos de las prestaciones eran mayores a las ventas que representaba. Mientras el ingreso era de 50,000 millones de pesos en 2008, los costos de las prestaciones y beneficios para los trabajadores ascendían a 107,000 millones de pesos. Esta inequidad dejó a LyFC con un pasivo laboral de 240,000 millones de pesos.
• CFE: Hoy enfrenta un pasivo laboral de 444 millones 375, 240 pesos, debido a diferentes causas: sus trabajadores se pueden jubilar desde que cumplan 25 años de servicio o 55 años de edad e incluso con sólo 15 años de servicio si realizaron trabajos en líneas energizadas. En su
Contrato Colectivo de Trabajo se especifican otras prestaciones como: cada año, los trabajadores de CFE pueden gozar de 44 días de su sueldo por concepto de aguinaldo. Los jubilados pueden gozar de 100% de su último salario al momento de su retiro.
• Pemex: A diferencia de otros sistemas de pensiones, éste es el único que no tiene un esquema de aportaciones tripartita (trabajador, patrón y gobierno). En Pemex, los trabajadores no sólo se jubilan con 100% de su último salario, sino que no aportan nada para su pensión. Todo el gasto recae en manos del gobierno y de la paraestatal. Es por eso que enfrenta un pasivo laboral de 354,989.9 millones de pesos, cifra que aumentó 12.7% respecto al año anterior.
Respiros necesarios
Los detonantes están listos, el fuego encendido y la explosión a punto de empezar. La bomba puede estallar en cualquier momento, aunque todavía hay elementos que podrían evitar el estallido en los sistemas de pensiones.
Una manera de tener más ahorro para pagar las pensiones de los trabajadores es aumentar la edad de retiro, dice Edgar González Olea, vocero de la Comisión Nacional del Sistema de Ahorro para el Retiro (Consar). Por ello, propone elevar de manera paulatina la edad de retiro de 65 a 67 años, sin afectar a aquellos trabajadores que estén a punto de jubilarse.
Otra solución para que las dependencias puedan “desahogar” sus pasivos, es una
reforma a la Ley del Seguro Social, en donde los organismos sean los que disminuyan las prestaciones a los trabajadores una vez que se retiren, para evitar que se destinen más recursos del gasto público a pensiones, asegura Alberto Espinosa, presidente nacional de la Confederación Patronal de la República Mexicana (Coparmex).
“La situación ya está en crisis, el país reclama soluciones urgentes porque no se puede permitir que se sigan tomando recursos del gasto público para ser destinados a cubrir déficits de pensiones”, dice Espinosa.
En su libro ‘Pensiones en México, la próxima crisis’, Pedro Vázquez Colmenares propone la creación de un nuevo modelo de seguridad social que contenga:
• Un pacto político nacional para unificar los regímenes de pensión.
• Seguro de desempleo a los trabajadores para que puedan seguir aportando a su retiro.
• Eliminar las exenciones en las aportaciones, como el caso de Pemex.
• Tener un esquema de costos claros en las aportaciones.
Un sistema colectivo de pensiones ya no es solución para solventar el pago de las jubilaciones, dice Pelayo, de Allianz Fóndika. Por ello, predice que la tendencia será migrar a cuentas individuales privadas que administren los fondos de pensión de cada trabajador. Con esto, cada persona será responsable de su ahorro y del nivel de riesgo que quiera para su pensión.
De no atender el problema de las pensiones, las bombas explotarán, el dinero será más escaso y no se podrá pagar lo que la gente necesita para vivir el resto de sus días.
Hasta ahora no se sabe cuándo es la fecha fatal en la que se dejen de pagar las pensiones, pero las pequeñas bombas ya comenzaron a explotar, dice Vázquez, del ISSSTE. “No hay una fecha única en la que todos los sistemas dejen de pagar las pensiones. Pero los casos más graves ya están presentes.”