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sábado, 17 de septiembre de 2011

El papel de China en la actual crisis financiera

¿Cómo puede China salvar a Europa?

La crisis europea ya no es más una crisis europea. Se ha transformado en algo que fácilmente podría afectar a la economía global.
Por Fareed Zakaria17/09/2011 - 0 comentariosCategoría: Actualidad

Debido al tamaño de la crisis europea, por el hecho de que involucra a gobiernos y no solo a bancos, y por llegar en un momento de gran debilidad, ésta crisis es más peligrosa que la que llevó al colapso de Lehman Brothers, declarado en bancarrota hace tres años esta semana.

El verdadero problema es Italia, no Grecia. Grecia representa tan sólo el 2 por ciento del producto bruto interno de la Unión Europea. Italia es un país perteneciente al G-7.

Grecia

La deuda de Italia asciende a 1.9 billones de euros, o a un 120 por ciento de su economía, y es mayor que las deudas de España, Portugal, Irlanda y Grecia en su conjunto. Los bonos de Italia se cotizan 4 puntos porcentuales más que los de Alemania, hecho sin precedentes en la historia del euro e insostenible. Italia es demasiado grande para quebrar, pero también puede ser demasiado grande para salvar.

Algunos han exigido la creación de “euro bonos”, que podría ser una forma para que Alemania logre garantizar la deuda de Italia, España, Grecia y otros países con problemas. En la teoría, es una solución elegante. Pero el pueblo y gobierno alemán se oponen firmemente. La Suprema Corte de Alemania dictaminó que probablemente es inconstitucional. En el minuto en que esos bonos comiencen a circular, Italia, Grecia y los demás países perderían todos los incentivos para hacer reformas dolorosas; podrían pedir prestado todo el dinero que necesiten a través de tasas alemanas subsidiadas. Por lo tanto, ¿por qué realizar el triste trabajo de reestructuración? Los alemanes saben esto, de ahí su oposición.

Del mismo modo, la idea de coordinar los impuestos y los gastos de Bruselas se ve bien sobre el papel, pero nunca va a suceder. Los gobiernos nunca cederán funciones básicas tales como la tributación.

Existe una amplia oposición sobre la cesión de estos poderes a la burocracia europea, y los tribunales de muchos países probablemente fallarían estableciendo que se trata de una violación constitucional. Aún cuando estos obstáculos pudieran ser superados, se necesitaría una década para determinar si realmente estaba aconteciendo una unión fiscal más estricta. Los mercados tienen que estar tranquilos ahora.

Frente a una crisis similar en 2008, el entonces Secretario del Tesoro Henry Paulson, habló sobre la necesidad de una bazuca, un arma lo suficientemente grande como para asustar a los mercados y lograr su rendición. Europa no la tiene. Incluso Alemania, cuyo ratio de endeudamiento del producto bruto interno asciende a un 83 por ciento, no puede rescatar creíblemente a Italia y España. Juntos tienen que refinanciar más de 600 mil millones de euros de la deuda antes de que finalice el próximo año. ¿Quién tiene esa cantidad de dinero?

Hoy día, hay 10 billones de dólares de reservas en moneda extranjera sin utilizar a lo largo y ancho del mundo. Esa es la única cantidad de dinero lo suficientemente grande para que se pueda formar una bazuca.

El Fondo Monetario Internacional podría recurrir a los principales titulares de dichas reservas –China, Japón, Brasil, Arabia Saudita- y solicitarles una línea de crédito de 750 mil millones de dólares. Luego, el Fondo extendería ese crédito a Italia y España, pero les insistiría en supervisar de cerca las reformas económicas, concediéndoles fondos únicamente mientras se lleve a cabo la reestructuración. Esa línea de crédito haría más que cubrir los costos de endeudamiento de ambos países por un lapso de dos años.

¿Qué hay en ello para los chinos, que tendrían que dedicar al menos la mitad de los fondos, y que ya han rechazado amablemente a los italianos cuando se les acercaron? China invierte sus reservas de divisas buscando liquidez, seguridad y una rentabilidad decente. No está tratando de salvar al mundo.

El primer ministro chino Wen Jiabao, realizó esta semana un alboroto poco alentador, dando a entender que iba a aumentar las compras de bonos, pidiendo a cambio un mayor acceso al mercado de Europa. Esa es la clásica diplomacia china: cautelosa, gradual y concentrada exclusivamente en sus intereses.

Ha llegado el momento de que China adopte un concepto más amplio de sus intereses y llegue a convertirse en un “participante interesado y responsable” en el sistema global.

La crisis europea se transformará rápidamente en un problema mundial, posiblemente en una segunda recesión a nivel mundial. Y una segunda recesión sería peor debido a que los gobiernos ya no poseen herramientas monetarias o fiscales. En un escenario de este tipo, China perdería enormemente dado que sus consumidores en Europa y América dejarían de gastar.

Es claro que China tendría que obtener algo a cambio de su generosidad. Este podría ser el estímulo para conceder a China un mayor poder de decisión en el Fondo Monetario Internacional. De hecho, podría ser necesario dejar en claro que Christine Lagarde sería la última jefa que no sea china en la organización.

En un mundo lleno de deudas, el poder pasa a los acreedores. Después de la Primera Guerra Mundial, las naciones europeas estaban a mal traer por las deudas, y Alemania estaba a mal traer a través de pagos en concepto de reparaciones. El único país que podía dar crédito fue Estados Unidos. Al haber proporcionado dinero a Europa, quien lo precisaba de forma desesperada, Estados Unidos logró la entrada en los consejos de poder, un proceso que finalmente introdujo a un nuevo y poderoso jugador en la carpa mundial.

La crisis de hoy es la oportunidad de China para convertirse en un “participante interesado y responsable”.

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(c) 2011, The Washington Post Writers Group