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viernes, 13 de marzo de 2015

Una visión neoclasica de porque ha crecido poco la economía mexicana durante los últimos 30 años: Medidas gubernamentales que desincentiva a los agentes económicos y obstruyen la eficiencia de los mercados


Abaratar el crecimiento
Las reformas estructurales no serán suficientes por sí solas para lograr un mayor crecimiento económico.
Isaac Katz
Mar 8, 2015 |
21:27

Después de dos años de un crecimiento por demás mediocre, 1.4% en el 2013 y 2.1% en el 2014, las perspectivas para este año tampoco son muy halagadoras. La última encuesta realizada por el Banco de México entre analistas del sector privado arroja una mediana de crecimiento esperado para este año de 3%, muy por debajo de lo que se pronosticaba hace pocos meses y también por debajo del estimado oficial de la Secretaría de Hacienda. Más aun, la última cifra del indicador adelantado de la actividad económica dada a conocer por el Inegi lo sitúa en 100 puntos, con una tendencia cada vez menor que, de seguir, apuntaría a una severa desaceleración. La economía simplemente no está jalando y hasta ahora la única fuente significativa de crecimiento ha sido la expansión de las exportaciones manufactureras hacia el mercado estadounidense.

Llevamos más de tres décadas con un crecimiento promedio anual muy bajo y que se ha traducido en un estancamiento del PIB por habitante porque crecer es muy caro. Son cuatro los principales elementos que encarecen e inhiben el crecimiento.

Primero, los agentes económicos privados enfrentan una economía excesiva e ineficientemente regulada. Altas barreras regulatorias de entrada y salida de los mercados encarecen la inversión y el crecimiento de las empresas. Que 57% de la PEA esté en la informalidad es un indicador de ello. Más aun, dado que una fracción muy elevada de empresas esté operando en la informalidad implica que son de un tamaño muy pequeño, con tecnologías obsoletas y sin poder lograr economías a escala; el resultado es una productividad muy baja e inclusive cada vez menor. Emplean a muchas personas, pero no contribuyen al crecimiento económico.

Segundo, ligado con lo anterior, es la enorme incidencia de corrupción que genera la misma regulación excesiva e ineficiente. La facultad que tienen los funcionarios públicos para administrar e interpretar de manera discrecional la regulación les permite actuar como buscadores de rentas. El uso del poder público para obtener un beneficio personal es otro de los elementos que encarecen el crecimiento, ya que lo que efectivamente hace el burócrata es apropiarse, a través de la extorsión, de una parte del flujo de utilidades de las empresas quienes, a su vez, buscarán trasladar parte de ese costo a los consumidores. La sociedad en su conjunto pierde.

Tercero, la extracción de recursos al sector privado a través del sistema tributario aunado a la casi nula contribución del gasto gubernamental al crecimiento. El diseño del sistema tributario, con un énfasis recaudatorio, no está generando los inventivos adecuados al trabajo y la inversión y, por lo mismo, tampoco genera los incentivos alineados con el objetivo de crecimiento. A lo anterior, hay que agregarle la notoria ineficiencia e ineficacia con la cual se ejerce el gasto público.

Cuarto, la notoriamente deficiente certeza jurídica en el cumplimiento de contratos por parte del Poder Judicial. Una economía en la cual el Poder Judicial no cumple de manera imparcial, eficiente y expeditamente su principal función, que es proteger los derechos privados de propiedad, garantizando el cumplimiento de los contratos, tanto entre particulares como entre éstos y el gobierno, deriva en que la inversión y el crecimiento se encarecen.

Las reformas estructurales que se han hecho, y que faltan por instrumentar, no darán el resultado esperado de lograr un mayor crecimiento económico si no se acompañan de una labor para hacer más baratos los procesos de inversión y de crecimiento de las empresas. He ahí lo que falta.