Barry Ritholtz, columnista de Bloomberg, escribió hace poco una excelente publicación en su blog de finanzas, The Big Picture, donde admitió haber cometido un error (para nada fundamental) en una columna y habló sobre cómo manejar errores cuando se cometen,¡lo que le pasa a todo mundo! Me gustaría agregar que hay de errores a errores. Es importante saber cuál se ha cometido. He escrito antes al respecto, pero tal vez tenga una manera de cierta forma nueva de establecer el punto.
Supongamos que está haciendo un pronóstico, y cada afirmación sobre cómo funciona el mundo tiene que encerrar al menos un pronóstico implícito de algo, porque de lo contrario está vacía. Esta predicción viene de algún tipo de modelo; si no cree tener un modelo, se está engañando, y su modelo es aún peor porque usted imagina que no lo está usando.
Para efectos de la discusión, digamos que su modelo toma la forma de:
y = a + b * x + u
donde “y” es lo que está prediciendo, “x” es algún tipo de variable explicativa, “a” y “b” son parámetros y “u” representa cosas aleatorias (no necesariamente aleatorias, sino cosas que no son parte de su modelo). Este último término es importante: nadie, y el modelo de nadie, es totalmente correcto.
Entonces, supongamos que su pronóstico sobre “y” termina desviándose mucho. ¿Qué le dice esto?
Simplemente podría significar que, tal como no lo dicen las calcomanías de las defensas de los autos, “cosas pasan”. Pudo haberse dado un choque aleatorio; o en lo que a eso respecta sus variables explicativas tal vez no hicieron lo que esperaba. Pero también podría ser que su modelo subyacente está completamente equivocado y requiere revaloración.
Y esta es la cosa: durante toda la vida va a cometer ambos tipos de errores. La cuestión es aferrarse a ellos o archivarlos; apegarse a la historia básica o comprender que ésta es equivocada.
Permítanme darles cuatro ejemplos de mi propio y considerable historial de errores.
Primero, a mediados de la década de 1990 fui extremadamente escéptico sobre las afirmaciones de un aumento en productividad impulsado por la tecnología de la información. Y simplemente estaba equivocado: la productividad realmente estaba aumentando, aunque eventualmente disminuyó. ¿Qué tipo de error fue ese?
La respuesta es que no fue fundamental. Mi modelo de cómo funciona el mundo no excluía para nada aumentos en productividad; simplemente estaba juzgando mal el que tenía a la vista. Sin embargo, una cosa que aprendí fue a tomarme más en serio los rumores sobre cosas que no figuran en la información oficial.
En segundo lugar, en 2003 advertí sobre una crisis financiera en Estados Unidos, impulsada por la irresponsabilidad fiscal, de cierta forma comparable con las crisis asiáticas de pocos años antes. Según lo veo ahora, se debió a un error fundamental: países que se endeudan en moneda propia no enfrentan el mismo tipo de riesgo que los países que no lo hacen. Lo que realmente me molestó de este error fue que mi propio análisis intentaba decírmelo. Había trabajado bastante sobre la crisis asiática, con modelos que se basaban crucialmente en deuda en moneda externa y efectos sobre estados financieros. Pero puse a un lado ese análisis y seguí mis instintos, lo que casi siempre es una mala idea.
Así que se trató de un error fundamental de modelaje que exigía una revisión importante de puntos de vista; cosa que hice.
En tercer lugar, en 2010–2012 me preocupé mucho por un rompimiento de la eurozona. Y aquí también tenía un modelo fundamentalmente defectuoso. Pero la falla no estaba en mi modelo económico, que ha funcionado bastante bien, sino en mi modelo político implícito: simplemente no noté los incentivos que enfrentan las élites europeas y qué tan dispuestas estarían a hacer lo que fuera necesario, tanto en los países deudores como en el Banco Central Europeo, para evitar una grieta absoluta.
Finalmente, Gran Bretaña está creciendo mucho más rápido ahora de lo que esperaba. ¿Es una falla fundamental del modelo? No lo creo. Tal como lo ha señalado repetidas veces el economista Simon Wren Lewis, el gobierno del primer ministro David Cameron esencialmente dejó de recrudecer la política fiscal antes del giro, lo que en efecto significa que la “x” en mi ecuación no hizo lo que pensaba que haría. Además de eso, hubo una caída en el ahorro privado, que es una de esas cosas que suceden de vez en cuando. El punto es que la desviación del crecimiento británico respecto a lo que hubiera pronosticado un modelo keynesiano estándar, pese a ser real, no estuvo desfasada con el rango normal de variación ocasionado por cosas que pasan; no hubo nada que mereciera una revisión importante del marco.
Entonces, a veces se va a equivocar, y debe hacer su mejor esfuerzo para entender por qué. Lo que nunca debería hacer, por supuesto, es dar excusas o pretender que no dijo lo que dijo.
Supongamos que está haciendo un pronóstico, y cada afirmación sobre cómo funciona el mundo tiene que encerrar al menos un pronóstico implícito de algo, porque de lo contrario está vacía. Esta predicción viene de algún tipo de modelo; si no cree tener un modelo, se está engañando, y su modelo es aún peor porque usted imagina que no lo está usando.
Para efectos de la discusión, digamos que su modelo toma la forma de:
y = a + b * x + u
donde “y” es lo que está prediciendo, “x” es algún tipo de variable explicativa, “a” y “b” son parámetros y “u” representa cosas aleatorias (no necesariamente aleatorias, sino cosas que no son parte de su modelo). Este último término es importante: nadie, y el modelo de nadie, es totalmente correcto.
Entonces, supongamos que su pronóstico sobre “y” termina desviándose mucho. ¿Qué le dice esto?
Simplemente podría significar que, tal como no lo dicen las calcomanías de las defensas de los autos, “cosas pasan”. Pudo haberse dado un choque aleatorio; o en lo que a eso respecta sus variables explicativas tal vez no hicieron lo que esperaba. Pero también podría ser que su modelo subyacente está completamente equivocado y requiere revaloración.
Y esta es la cosa: durante toda la vida va a cometer ambos tipos de errores. La cuestión es aferrarse a ellos o archivarlos; apegarse a la historia básica o comprender que ésta es equivocada.
Permítanme darles cuatro ejemplos de mi propio y considerable historial de errores.
Primero, a mediados de la década de 1990 fui extremadamente escéptico sobre las afirmaciones de un aumento en productividad impulsado por la tecnología de la información. Y simplemente estaba equivocado: la productividad realmente estaba aumentando, aunque eventualmente disminuyó. ¿Qué tipo de error fue ese?
La respuesta es que no fue fundamental. Mi modelo de cómo funciona el mundo no excluía para nada aumentos en productividad; simplemente estaba juzgando mal el que tenía a la vista. Sin embargo, una cosa que aprendí fue a tomarme más en serio los rumores sobre cosas que no figuran en la información oficial.
En segundo lugar, en 2003 advertí sobre una crisis financiera en Estados Unidos, impulsada por la irresponsabilidad fiscal, de cierta forma comparable con las crisis asiáticas de pocos años antes. Según lo veo ahora, se debió a un error fundamental: países que se endeudan en moneda propia no enfrentan el mismo tipo de riesgo que los países que no lo hacen. Lo que realmente me molestó de este error fue que mi propio análisis intentaba decírmelo. Había trabajado bastante sobre la crisis asiática, con modelos que se basaban crucialmente en deuda en moneda externa y efectos sobre estados financieros. Pero puse a un lado ese análisis y seguí mis instintos, lo que casi siempre es una mala idea.
Así que se trató de un error fundamental de modelaje que exigía una revisión importante de puntos de vista; cosa que hice.
En tercer lugar, en 2010–2012 me preocupé mucho por un rompimiento de la eurozona. Y aquí también tenía un modelo fundamentalmente defectuoso. Pero la falla no estaba en mi modelo económico, que ha funcionado bastante bien, sino en mi modelo político implícito: simplemente no noté los incentivos que enfrentan las élites europeas y qué tan dispuestas estarían a hacer lo que fuera necesario, tanto en los países deudores como en el Banco Central Europeo, para evitar una grieta absoluta.
Finalmente, Gran Bretaña está creciendo mucho más rápido ahora de lo que esperaba. ¿Es una falla fundamental del modelo? No lo creo. Tal como lo ha señalado repetidas veces el economista Simon Wren Lewis, el gobierno del primer ministro David Cameron esencialmente dejó de recrudecer la política fiscal antes del giro, lo que en efecto significa que la “x” en mi ecuación no hizo lo que pensaba que haría. Además de eso, hubo una caída en el ahorro privado, que es una de esas cosas que suceden de vez en cuando. El punto es que la desviación del crecimiento británico respecto a lo que hubiera pronosticado un modelo keynesiano estándar, pese a ser real, no estuvo desfasada con el rango normal de variación ocasionado por cosas que pasan; no hubo nada que mereciera una revisión importante del marco.
Entonces, a veces se va a equivocar, y debe hacer su mejor esfuerzo para entender por qué. Lo que nunca debería hacer, por supuesto, es dar excusas o pretender que no dijo lo que dijo.