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miércoles, 17 de julio de 2013

El modelo de financiamiento y la disputa por el control de la empresa entre accionistas, acreedores y directivo



¿Emitir deuda o acciones? Ésa es la cuestión

Gerardo Paz

Acerca de Gerardo Paz

Operador bursátil y consultor financiero. Tiene estudios de ciencia política en la Ibero, ingeniería de negocios en UVM y es especialista en administración financiera.
Escrito por  en julio 17, 2013
Pongamos los ojos en la batalla por el control de la empresa, los protagonistas son los accionistas, los acreedores y los directivos y la lucha interna por el poder puede acentuarse o diluirse con el modelo de financiamiento.

Sostuve en notas anteriores que el financiamiento bursátil no es para todos los que cumplan los requisitos, aquí lo esbozaré con más detenimiento, en orden de lo anterior también observaremos algunas características intrínsecas y colaterales de los dos principales tipos de emisiones: acciones y deuda.
Poder y dinero son motivos justificados tanto para la empresa como para sus miembros, transcurren dos batallas perpetuas en la escena, la más evidente la libra la empresa contra el mercado, los objetivos son expandir territorio y conquistar la preferencia de los clientes blandiendo ventajas competitivas; la otra batalla es interna entre las personas que conforman los cuerpos directivos, busca el control de la empresa desenfundando billetazos y lanzando estrategias.
Pongamos los ojos en la batalla por el control de la empresa, los protagonistas son los accionistas, los acreedores y los directivos, cuanto más competitiva es la empresa contra el mercado, mayor es la intensidad de la lucha interna de poder. Resulta que es posible alinear algunos intereses entre todos los bandos pero requiere de un fino equilibrismo en la estructura de capital, o sea un balance justo entre todos los que tienen derechos sobre las ganancias de la empresa.
Entonces ¿cuál es el balance justo? Como esperas, estimado lector, no es fácil de responder ya que cada participante respondería diferente sencillamente porque desea incrementar su propio beneficio:
Los directores  o CEOs y sus equipos desean retener utilidades para invertir con recursos propios disminuyendo el riesgo de los créditos y la dependencia del dinero accionario. Los accionistas desearan disponer de esos recursos vía dividendos para elegir su propia diversificación. Los acreedores querrán obtenerlo vía intereses por los créditos otorgados. La animadversión que subyace a estos conflictos son llamados problemas de agencia, los seguiremos trabajando en futuras entregas.
Así que el equilibrio adecuado no es específico, será lo que dé mejores resultados a la empresa, pero si estuviera obligado a generalizar diría que un sistema de contrapesos disminuye el riesgo de todos los participantes, aporta al incluir distintas perspectivas, evita abusos y enfoca los esfuerzos en beneficio del largo plazo.
En el modelo corporativo anglosajón  la dispersión de la propiedad es alta, mientras que para el modelo continental europeo (y el japonés) hay mayor concentración de propiedad, en México prevalece la concentración de capital aunque se figura una expansión del modelo anglosajón dada la demanda creciente derivada de la estabilidad económica y los tratados de libre comercio. El control absoluto en las empresas que puedan cotizar públicamente debería ser (por definición) poco frecuente, en principio de cuentas para hacerlo en México requieren al menos 100 inversionistas, un consejo de administración, algún porcentaje de pasivo, entre otras características.
Los propietarios de las acciones preferentes (usualmente fundadores) con frecuencia están entre los inversores más apostados puesto que controlan la estructura de capital durante las etapas tempranas del emprendimiento, generalmente poseen también varias acciones comunes, además al tenerlas durante su valorización experimentan un amplio aumento de patrimonio neto; bien pues aún ellos deben ceder la mayor parte de su soberanía empresarial en aras del crecimiento rápido, aceptando con ello la pérdida del control total: el mercado de valores no es para empresarios que pretendan controlarlo todo o no sepan compartir el poder. Aún así se pueden encontrar ejemplos de propietarios de grandes empresas que poseen más de la mitad de las acciones.
El mercado de valores tampoco es para empresas conformistas, para lograr colocar las emisiones tienes que al menos ser competitivo frente al sector, lo que ya pone la vara alta, ser más productivo y rentable que el promedio es deseable como podrás imaginar. La información financiera será publica, algunas empresas preferirán mantenerla reservada, en especial si publicarla la pone en evidencia o como foco de crítica.
El potencial es otra característica indispensable para tener éxito bursátil, no es lo mismo una empresa que hace papel cuyo uso disminuye gracias a los medios electrónicos, que otra fabricando paneles solares ya que su mercado crece aceleradamente. A este respecto la aplicación y formulación de prácticas innovadoras suele interpretarse como un alto potencial de adaptación, por tanto de crecimiento.
El mercado bursátil es idealmente para empresas plurales, transparentes, de rápida expansión, solventes económica y moralmente, innovadoras así como con proyectos de largo plazo en desarrollo.
Pero ¿a qué viene todo esto de la distribución de poder? Al adquirir financiamiento bursátil (o de cualquier otro tipo) ocurre una redistribución de fuerzas en el seno de la empresa, por lo que las repercusiones son tanto económicas como políticas.
La capitalización por emisión de acciones implica diluir la proporción de los propietarios anteriores que no participen de las nuevas emisiones, esto beneficia al CEO al aumentar su influencia relativa al disponer de mayor capital, dinero fresco que no tendrá que devolver y de las que además puede retener sus utilidades, sin embargo también aumenta el contrapeso accionarial lo que contribuye a balancear aunque no en la misma proporción.
Cuando emitimos bonos de deuda se compromete parte del flujo futuro, lo que es deseable para el accionariado en detrimento de la cuota de poder del cuerpo administrativo, quien en adelante no podrá disponer de ese flujo libre, obligando a gestionar los fondos eficientemente para permanecer competitivos, y multiplicando el riesgo de la empresa. Mientras tanto los propietarios prefieren asumir ese riesgo esperando sus beneficios superiores, en parte porque no necesitan desembolsar para ello y porque pueden gestionar su propia diversificación.
La decisión sobre sí se emite deuda o capital la tomarán en conjunto el consejo y la administración, pero  la última palabra la tendrá el bando que detenté más poder anteponiendo su interés. Este efecto se puede mitigar compensando al CEO por resultados, acciones u opciones según el interés que se pretenda alinear, y sensibilizando al consejo sobre las ventajas de  una estructura de capital balanceada.
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