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Carta de derechos asertivos
En la medida que la investigación social avanza se descubre la necesidad de adquirir mayores derechos, libertades y mecanismos preventivos y no punitivos de coerción. Sectores que luchan por la impostergable equidad de género y hablan ya de “nuevas masculinidades”. Ejemplo claro son los derechos humanos que a pesar de existir desde hace más de dos siglos, no logramos una cultura mundial de respeto (ver Turquía, España, Guantánamo, Rusia o México). Los psicólogos han encontrado la necesidad de establecer nuevos derechos personales.
La asertividad se puso de moda en los 90 en los Estados Unidos, y a México llegó en la década pasada. Todavía no existe como palabra en castellano, dada la velocidad con que la investigación en inglés inventa neologismos. El término hispano más aceptado es el de “habilidades sociales”.
El experto Vicente Caballo define la asertividad como: el conjunto de conductas emitidas por un individuo en un contexto interpersonal, que expresa los sentimientos, actitudes, deseos, opiniones o derechos de ese individuo de un modo adecuado a la situación, respetando esas conductas en los demás, y normalmente resolviendo los problemas inmediatos de la situación mientras minimiza la aparición de futuros problemas.
Para ser más claro, hablamos del permanente aprendizaje a ser claros, directos amables y respetuosos. A muy pocos se los provee la genética; la gran mayoría somos un grado de brutales para hacer claro el mensaje, pero perdemos en la manera. Otros por cuidar las maneras no logran pasar el mensaje. La tarea es comprenderlo y empezar a domesticar a nuestro cerebro.
También se ha encontrado que el más hablador no puede emitir más de 250 palabras coherentes por minuto, mientras el cerebro puede procesar alrededor de 3,000 en el mismo período. Nuestra escucha está sobrada de capacidad y hemos de entrenarla para que camine a 250 palabras por minuto, de lo contrario es muy probable que nos escuchemos a nosotros y no lo que el otro dijo. Base de muchos casos de confusión, controversia y conflicto. La interacción es la mecánica del ser animales políticos; hablarnos escucharnos y acordar o no… para seguir discutiendo y fabricando significado. La interacción es tema mínimo de dos.
Por ello, la psicología científica se ha centrado en la interacción humana como objeto de estudio. La sociología tiene hoy una importante aliada que se llama psicología social. Ellos han definido los siguientes derechos asertivos mínimos del ser humano:
- A ser tratados con respeto y dignidad.
- A equivocarnos y ser responsables de nuestros errores.
- A tener nuestras propias opiniones y valores.
- A tener nuestras propias necesidades, y que sean tan importantes como las de los demás.
- A experimentar y expresar los propios sentimientos, así como a ser sus únicos jueces.
- A cambiar de opinión, idea o línea de acción.
- A protestar cuando se nos trata injustamente.
- A intentar cambiar lo que no nos satisface.
- A detenernos y pensar antes de actuar.
- A pedir lo que queremos.
- A hacer menos de lo que humanamente somos capaces de hacer.
- A ser independientes.
- A decidir qué hacer con nuestro propio cuerpo, tiempo y propiedad.
- A sentir y expresar el dolor.
- A ignorar los consejos.
- A rechazar peticiones sin sentirnos culpables o egoístas.
- A estar solos aun cuando deseen nuestra compañía.
- A no justificarse ante los demás.
- A no responsabilizarse de los problemas de otros.
- A no anticiparse a las necesidades y deseos de los demás.
- A no estar pendiente de la buena voluntad de los demás.
- A elegir entre responder o no hacerlo.
- A hablar sobre el problema con la persona involucrada y aclararlo, en casos límite en que los derechos de cada uno no están del todo claros.
- A hacer cualquier cosa mientras no violes los derechos de otra persona.
- A escoger no comportarte de forma asertiva o socialmente hábil.
¿Te gustan como nuevo marco de referencia? A mí me parecen vitales. No espero que esto se construya por la vía de las leyes, de lo contrario pronto tendremos que obligar legalmente a decir “buenos días”, “por favor” o “gracias”… ese es trabajo de nosotros, que a punta de cambiar nuestros comportamientos podemos cambiar cultura, hábitos y tradiciones irracionales. No podemos dejar de decirnos y tenemos que aprender a decirlo cada vez mejor.
Carlos Páez Agraz
